Con una dieta ingerimos entre 0,6 y 1,6 mg de cobre por día; en términos generales un individuo que pesa 70 kg contiene aproximadamente 110 mg de cobre, de las cuales 6 están contenidos en la sangre, 8,8 en el cerebro, en el hígado 10, 26 en los músculos y 46 en el esqueleto.

El hepatocito es el laboratorio químico del hígado en el cual el cobre introducido con la dieta se ensambla en las proteínas que lo utilizan como un cofactor y un catalizador para muchas reacciones químicas gracias a sus propiedades de intercambio de electrones.

El cobre es por lo tanto un elemento esencial para la vida que interviene en numerosos procesos fisiológicos de la célula, tales como la producción de energía, el transporte de oxígeno, el transporte de hierro, la producción de células sanguíneas, la comunicación entre las células. Tanto un defecto como un exceso de cobre puede ser tóxico, por lo tanto, su metabolismo se ajusta finamente.