Un nuevo estudio genético apoya la hipótesis de que el microbioma, el conjunto de la herencia genética de los microorganismos huéspedes en el intestino, está fuertemente influenciada por la dieta y el estilo de vida. Las células de microorganismos que viven en el cuerpo humano, especialmente en los intestinos, son hasta diez veces más numerosas que las nuestras. El conjunto de genes de estos microorganismos tiene una influencia significativa en la salud humana.

Investigaciones han demostrado que en los intestinos de los que viven en países industrializados, especialmente en el mundo occidental, el microbioma es menos variado que el de las poblaciones de cazadores -recolectores. La razón de esta diferencia es aún todavía inexplicable. Los estudios más recientes sugieren que la dieta es el factor más importante para determinar la composición del microbioma humano: somos lo que comemos, y el microbioma refleja con bastante fidelidad nuestro estilo de vida.

Cada individuo tiene su microbiota “único” por la edad, área geográfica, dieta, origen étnico, etc .. Varios eventos pueden alterar significativamente la microbiota intestinal de un individuo: cambios en la dieta, infecciones, terapia con antibióticos, pero la microbiota intestinal es “resistente “. Cuando, por diversas razones, la microbiota no se restaura, se puede determinar una “disbiosis”, cuyas consecuencias pueden ser múltiples. La hipótesis es que, precisamente, la alteración de la microbiota intestinal puede conducir a enfermedades crónicas e inmunológicas, cáncer de colon, úlcera gástrica, enfermedades cardiovasculares, patologías intestinales y sobre todo la obesidad. Algunos estudios han concluido que las interacciones complejas entre el medio ambiente, microbiota y la genética del huésped determinan el fenotipo metabólico y que la microbiota influye en el desarrollo de la obesidad, la inflamación y la resistencia a la insulina. Numerosas investigaciones, de hecho, han demostrado la asociación entre la prevalencia de ciertas bacterias y BMI , DM2 y la obesidad, debido a que la microbiota puede aumentar la extracción de energía de los alimentos, cambiar las rutas metabólicas del huésped, causando inflamación crónica de grado bajo, aumentar la resistencia a la insulina, afectar a la secreción de hormonas intestinales (incretinas) y la motilidad intestinal.

Pasando de una dieta principalmente de verduras y baja en grasas a otra rica en grasa y azúcar, la flora intestinal cambia drásticamente tan pronto como dentro de las 24 horas, causando la proliferación de microrganismos que facilitan la asimilación de estas sustancias y favorecen la aparición de la obesidad.